Cuando uno esta enfermo, se ve a sí mismo como el más enfermo de todos, sobre todo si ese uno es un hombre, y cuando acude al hospital , no solo quiere que le curen, sino que le comprendan, le mimen y le saquen de ese pozo negro que a veces es la ansiedad hipocondríaca en la que caemos cuando tenemos un fuerte dolor, somos totalmente conscientes de ello, pero desconocedores de su causa.
Esta es la situación física y anímica mostraba yo mismo cuando ingresé por urgencias en REINA SOFÍA el pasado domingo. y lo escribo y lo hago público porque ya he visto demasiadas veces quejas y malas formas contra la sanidad pública y sobre todo contra los profesionales de la sanidad pública que no merecen en absoluto ni estas ni todos los recortes y persecuciones a los que últimamente se les está sometiendo desde despachos carentes de sentimientos, así que ya es hora de que pongamos en su lugar y defendamos a los grandísimos profesionales de la sanidad pública que tenemos.
De entrada urgencias. masificada, donde se mezclan la abuela con cadera rota, con el enfermo educado que no se queja, y el vociferante que cree tener todos los derechos del mundo. Cuando entras en urgencias, si es la primera vez te desesperas por la tardanza: las 6 horas no hay quien las quite... pero siempre hay que comprender que tres de ellas se van esperando a obtener resultados del análisis. El caso es que ya cuando me ponían la vía, la enfermera, cariñosisima y delicadisima me pidió perdón y yo sin saber por qué la mire a los ojos y los tenía arrasados en lágrimas. No es un recurso literario porque calladamente me dijo que no podía aguantar más el estrés y la presión de los jefes que exigen mas y mas, a la vez que recortan efectivos y materiales... Cualquiera en su sitio hubiera estallado pero la atención que me prestó fue exquisita, igual que la del doctor que se quejaba de que le habían entrado 16 expedientes en una hora...
Y después a observación. Este lugar forma parte de las urgencias donde se mantienen a los pacientes que requieren de una especial observación sin llegar a ser crítica. Pero cuando el paciente, está consciente también puede observar a su vez las evoluciones constantes del personal sanitario. En mi caso se han unido tres características que han convertido por 48 horas en un testigo de la vida profesional de este personal: he estado continuamente consciente, soy muy observador y he tenido la gran suerte de ocupar una cama desde donde se domina toda la sala.
Y esto es lo que he visto: Ángeles revoloteando en perfecta armonía y sin un momento de descanso, equipos compactos donde es difícil distinguir quien es el doctor, y quien es la enfermera o o la auxiliar, personas que conocen su trabajo a la perfección y que no necesitan de órdenes para hacer sus tareas. No hay ni una sola cara seria y se vuelcan en los enfermos con total pasión. Desde mi atalaya observo el ir y venir hormigueante de una cama a otra sin descanso, haciendo su trabajo casi automáticamente.
Pero no son autómatas, son personas que tratan a personas con humanidad, con cariño. Siempre hay una palabra amable para cada uno de los pacientes a los que conocen por su nombre. Es una relación efimera, si, pero casi de dependencia que te hace poner toda tu confianza en ellos y ellas.
Recuerdo la famosa frase de la película de Berlanga, "Sr. Alcalde, somos contingentes pero tú eres necesario". Realmente todos somos contingentes y ellos y ellas cada vez mas necesarios.
Sin duda tienen muchos problemas personales y profesionales, acuciados por los incesantes e injustos ataques a la sanidad pública pero no dejan que trasluzcan o menoscaben su trabajo y sobre todo su trato especial y humano.
Son nuestros profesionales de la sanidad pública
Y desde mi rincón universitario pienso con orgullo en los magníficos profesionales que las universidades españolas lanzan continuamente al mercado, que se puede ver afectado también por los recortes que se vienen produciendo en la educación universitaria.
No voy a entrar en datos ni estadísticas que avalen el gravísimo error que comete el Estado al ir especialmente contra la educación y la sanidad.Ya lo vienen haciendo otros . Solo diré que con malos y escasos medios educativos, no podremos formar los profesionales que ahora tenemos y al final lo pagaremos todos.
Bueno todos no, porque los políticos forman a sus hijos en universidades privadas y acuden a la sanidad privada. Ellos se lo pierden.
No me gusta desear mal a nadie, y sí el bien a todos. Pero si algún político quiere conocer de primera mano el estado de la sanidad pública, ingrese por urgencias y rece por mantenerse consciente y en la cama 20 de observación, donde además disfrutará de la anciana paciente de al lado que preguntaba constantemente si tenía que pagar el desayuno. También esto da para pensar.
Con mi agradecimiento al equipo de observación-camas de Reina Sofia.
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