Estamos ya en una
edad en la que ves pasar por tu lado amigos y conocidos que se van para no
volver y que como tu pusieron todas sus
ilusiones en un futuro feliz, que al final no ha llegado.
Y entonces
comprendes que tienes síntomas compatibles con el “síndrome de la felicidad
diferida”
No se trata de una
nueva enfermedad rara, ni es algo que haya surgido de la nada o del estudio
empírico de avezados sabios e investigadores.
Hoy día todo lo
que suene a alteración psicológica se agrupa entre los síndromes, y hace poco
estuve oyendo a una psicóloga de éste que como digo no es tan raro ni tan nuevo:
No es raro porque en nuestro tiempo adquiere tintes de pandemia: La gran
mayoría vamos dejando nuestra felicidad
de un día para otro. Diariamente oímos frases como “ya disfrutare cuando llegue
la hora de la jubilación, algún día tendré dinero y entonces seré feliz”…
Y tampoco es
nuevo. Ya desde Ausonio se desarrolla
el tópico literario del “collige , virgo, rosas”, que incita a gozar del día a día,
o el “carpe diem” de Horacio, que lo recogen ya grandes poetas como Garcilaso o
Góngora. Aunque tampoco hay que recurrir
a la literatura para desarrollar este tópico: en Palma se usan varias frases
que vienen a desarrollar la misma idea esencial:
·
“Cuando
seas Padre, comerás Huevo”: Hay un tiempo para cada cosa y también hay un
tiempo para ser feliz. No te adelantes a tu tiempo, y en sentido contrario:
·
“Vas a
perder el cielo por ganar la gloria”, que en su sencillez es tan meridiana que
no requiere aclaración.
Y es que la
felicidad es un elemento esencial del ser humano, piedra angular sobre la que
giran otros muchos conceptos y que sin embargo
posponemos hasta otro momento que
a veces no llega, transformando diariamente la felicidad por mera ilusión que
podrá o no podrá ser.
Pero por mucho que
conozcamos la teoría y en nuestro fuero interno sepamos que estamos desperdiciando
el presente, seguimos posponiendo uno de los elementos esenciales de la condición
humana. Confiamos mas en el futuro que es
incierto y no aprovechamos el presente que por definición es fugaz, instantáneo,
etéreo.
No quiero seguir abundando en este concepto pero si quiero
dejarte dos pensamientos para que los madures.
El primero es de Buda:
Los hombres que pierden
la salud por ganar dinero, luego pierden el dinero por recuperar la salud. Por
pensar ansiosamente en el futuro, pierden el presente, de modo que acaban por
no vivir ni el presente ni el futuro. Viven como si nunca fueran a morir, y
mueren como si nunca hubieran vivido.
Y el segundo es muy
alejado del anterior, pero llega al mismo fin por distinto camino:
“La
memoria es ficción. Todos intentamos desesperadamente vencer la condición fugaz de
la existencia; atrapar los momentos antes de que se desvanezcan, despejar la
confusión del pasado: El presente no existe y el futuro es incierto. Cada
instante desaparece en un soplo y al punto se convierte en pasado. La realidad
es efímera y migratoria, pura añoranza de lo que fue o quizás pudo haber sido.
Isabel Allende “Retrato en sepia”
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