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viernes, 16 de marzo de 2012

SOY FUNCIONARIO Y A MUCHA HONRA!

MANIFIESTO PERSONAL POR EL FUNCIONARIO PUBLICO.

REPRODUZCO un artículo redactado por un funcionario del Grupo A, que perfectamente podria ser yo mismo porque parece que retrata punto por punto mi vida profesional y lo que realmente pienso, por lo que lo suscribo, letra a letra,y me apropio en parte, con la impunidad que me ofrece el anonimato de su autor al que me he permitido añadir algunas frases, ideas,o  pensamientos  de mi propia colección:

"Resulta que en la década prodigiosa del pelotazo, cuando media España se lo llevaba caliente a casa, cuando un encofrador sin estudios se embolsaba tres mil euros, cuando hasta el último garrulo montaba una constructora y en connivencia con un par de concejales se forraba sin cuento, cuando un gañán que no sabía levantar tres ladrillos a derechas se paseaba en Audi, los funcionarios aguantaban y penaban. Nadie se acordaba de ellos. Eran los parias, los que hacían números para cuadrar su hipoteca, hacer la compra en el Carrefour y llegar a fin de mes, porque un nutrido grupo de compatriotas se estaba haciendo de oro inflando el globo de la economía hasta llegar a lo que ahora hemos llegado.


Y ahora que el asunto explota y se viene abajo, la culpa del desmadre… es de los funcionarios. Los alcaldes, diputados y senadores que gobiernan la cosa pública a cambio de una buena morterada no son responsables de nada y nos apuntan directamente a nosotros.  Los responsables bancarios que prestaron dinero a quienes sabían que no podrían devolverlo tampoco se dan por aludidos. Todos los intermediarios inmobiliarios, especuladores, amigos de alcalde y compañeros de partida de casino de diputado provincial no tenían noticia del asunto. Nosotros, en cambio,  somos demasiados, hay que ultracongelarnos, somos poco productivos... y lamentablemente, es popular y esta bien visto echarle la culpa a los funcionarios
La culpa de todos nuestros males, según estos preclaros adalides de la estupidez, es del médico, del juez, del profesor, del, del inspector de hacienda, del administrador civil del estado que, en lugar de dedicarse a la especulación inmobiliaria a toca teja, ha estado cinco o seis años recluido en su habitación, pálido como un vampiro, con menos vida social que una rata de laboratorio y tanto sexo como un chotacabras, para preparar unas oposiciones monstruosas y de resultado siempre incierto, precedidas, como no podía ser de otra forma, de otros cinco arduos años de carrera. Del profesor que ha sorteado destinos en pueblos que no aparecen en el mapa para meter en vereda a benjamines que hacen lo que les sale de los genitales porque sus progenitores han abdicado de sus responsabilidades. Del bombero que se juega dia a dia la vida por salvar la de los demás. Del policía, guardia civil o militar que vela por nuestra seguridad y bienestar, aún a riesgo de su propia vida. Del auxiliar administrativo del Estado natural de Écija y destinado en Barcelona que con un sueldo de 1000 euros paga un alquiler mensual de 700 y soporta estoicamente que un taxista que gana 3000 le diga “joder, que suerte, funcionario...

¡Pues ahí esta el tajo, si tienes cojones, hazlo y no me hables de suerte!

A poco que nos descuidemos y si no nos defendemos,  los funcionarios seremos el chivo expiatorio de toda una caterva de inútiles, vividores, mangantes, políticos semianalfabetos, altos cargos de nombramiento digital, truhanes, pícaros, periodistas ganapanes y economistas de a verlas venir que sabían perfectamente que el asunto tarde o temprano tenía que petar, pero que aprovecharon a fondo el momento al grito de mientras dure dura! y que ahora, con esa autoridad que da tener un rostro a prueba de bomba, se pasan al otro lado del río y no sólo tienen recetas para arreglar lo que ellos mismos ayudaron a estropear, sino que, además, han llegado a la conclusión de que los culpables son... tachan...los funcionarios.
Y dicen en nuestro común perjuicio que nadie trabaja en la administración. Conozco muchos, muchísimos compañeros que han hecho del servicio al ciudadano un modo de vida abnegado y sacrificado. Desgraciadamente también los hay que nos sonrojan y avergüenzan a la mayoría, ¿Pero en que empresa no hay algún caradura, aprovechado, comeollas, ganapán?

Soy funcionario y a mucha honra. Me gustaria mas llamarme a mi mismo  “trabajador público” por no quiero dar pábulo al malintencionado cuando se refiera a mis compañeras. Y además bastante recalcitrante: tengo cinco oposiciones distintas. Ganadas compitiendo en buena lid contra miles de candidatos. ¿Y saben qué? No me avergüenzo de nada. No debo nada a nadie (sólo a mi familia, que ha sufrido mis crisis de ansiedad y mis cambios de humor y a mis amigos que me han comprendido cuando sacrificaba mi juventud para encerrarme estudiando). No tengo que pedir perdón. No me tocó la lotería. No gané el premio gordo en una tómbola. No me nombraron alto cargo, director provincial ni vocal asesor por agitar un carnet político que nunca he tenido.

Aprobé frente a tribunales formados por ceñudos señores a los que no conocía de nada. En buena lid: sin concejal proclive, pariente político, mano protectora ni favor de amigo. Después de muchas noches de desvelos, angustias y desvaríos y con la sola e inestimable compañía de mis santos cojones. Como tantos y tantos compañeros anónimos repartidos por toda España a los que ahora algunos mendaces quieren convertir, por arte de birli-birloque, en culpables de la crisis.

Amigos y funcionarios: Estamos rodeados de gente muy tonta y muy hija de puta, que en el fondo dejan aflorar la envidia que les corroe.

Si alguien, en cualquier contexto, os reprocha -como es frecuente- vuestra condición de funcionario os propongo el refinado argumento que ya utilizaba el  gran Fernando Fernán-Gómez:


¡Váyase Usted a la mierda, hombre, a la puta mierda!

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