Hay varias imágenes sensuales que guardo entre mis mejores recuerdos de la Semana Santa palmeña:
El bullicio en las calles corriendo tras la procesión de esquina en esquina para verla repetidamente.
El olor del incienso litúrgico mezclado con el sensual azahar de la primavera palmeña que lo inunda todo, hasta el punto que el pasado año hacia desde estas páginas un ejercicio, o mejor un intento de descripción de las sensaciones que destapa en mi esta mezcla,
Las esquinas sembradas de cascaras de pipas de girasol para hacer mas llevadera la espera.
Los primeros calores de la primavera que reavivan mis recuerdos ya lejanos cuando veo a las primeras adolescentes en grupo perseguidas, sin querer cogerlas, pero sin querer abandonar la persecución , por chavales que comienzan a rendir culto al amor.
Las voces de animo del capataz,
Los nazarenos en orden
El repiqueteo machacón de los tambores, solo roto por alguna saeta desde un balcón...
...El estallido primaveral de olores, colores y pasiones...
Pero nada de esto ha ocurrido en esta Semana Santa, en la que todos los elementos parecen haberse conjugado para que no haya pasión mas que en el llanto de los cofrades que asisten atónitos y acongojados a la huida hacia la seguridad del templo ante la lluvia que no es que lo haya deslucido todo, es que ha impedido que en el 2013 haya Semana Santa.
Hay adjetivos que parecen unidos directamente a un determinado sustantivo. Cuando hablamos de sequía siempre se le añade "pertinaz" en el sentido de "duradera" e incluso "terca". Pues bien la sucesión de borrascas que nos asola, la lluvia pertinaz, terca, tozuda, insoportablemente duradera que nos ha perseguido durante todo este mes que ya se despide parece que esta consiguiendo no solo que perdamos los andaluces una de nuestras señas de identidad costumbrista como es el ambiente y la liturgia popular y barroca de nuestra semana grande, sino que nos está hundiendo poco a poco en
la depresión, el aburrimiento y la apatía que crece en la misma proporción que la verdina cubre nuestros tejados.
Esto cada vez mas parece Galicia:
No ha habido incienso en las calles.
El azahar está atrasado y a estas alturas aún pugna por salir de los naranjos que han tenido la suerte de no perecer bajo las aguas crecidas del Genil.
No tengo el regusto saladito de las pilas de girasol y las niñas huyen sin querer huir de los chavales, pero aún cubiertas por abrigos y chubasqueros.
Las calles están desiertas.
No hay capataces, ni nazarenos, ni tambores, ni pasos...
Solo , humedad ambiente gris y agua mucha agua...
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